¡Por fin tenemos una varita mágica!.
Y la vamos a cuidar entre todos porque no ha venido así como así, sino de la mano de una pequeña y sigilosa hada que vuela por la clase como si nada. Nuestras súplicas surgieron efecto y ahora ya somos uno más. Si el duende Verdín nos ha enseñado a trabajar todos a la vez (algún día os enseñaremos la canción) el Hada de Otoño nos saca nuestro lado más dulce y amable a la hora de cuidarla. Tanto ha sido la entrega, que hemos tenido que fabricarle una casita porque nos daba lástima verla todo el día en lo alto de nuestras cabezas.
Preciosa la hada y preciosa su casita!
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